Lluvia en Abril
(Lilo)
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…Entonces la veo a lo lejos, sentada en la misma mesa que siempre
ocupábamos de aquel lugar donde acostumbrábamos tomarnos un café, esta a
solas, ensimismada de espaldas a la puerta mirando al vacío, bebiendo
morosamente una taza de café del cual siempre solía pedir. No fuma, y le
encantan los chocolates como si pareciera que le importara menos cuidar
su belleza. Sigue siendo atractiva y misteriosa, tan extrañamente
bonita y melancólica, tan herida por algo incierto, como era cuando la
conocí y sin darme cuenta ni quererlo (hasta tratando de
evitarlo) me enamore perdidamente de ella, embrujado por sus encantos
que mi única intención era engreírla en todos sus caprichos y, en lo
posible, borrar de su rostro esa sombra de tristeza que solía
ensombrecerla. Ella era la mujer más fascinante que he conocido, la
mujer que más me ha educado, de la que más he aprendido…(...)